sábado, 23 de febrero de 2013


Y esta semana, chicas, ha pasado algo que ha vuelto a cambiar toda mi vida completamente! Teníamos entre manos un caso muy importante y complicado en el despacho, y el viernes había una reunión para preparar la estrategia de defensa. El abogado jefe nos dijo que hasta que no lo tuviéramos todo claro no daría por terminada la reunión, así que nos pidió que no nos comprometiéramos a salir a mediodía (como es habitual los viernes en el buffete) ni a ninguna hora determinada. Adrian dijo que me esperaría en casa y que si llegaba a tiempo de coger un tren o un avión para venir a LP el viernes, bien, y si no, nos quedábamos a dormir en Madrid y ya volveríamos el sábado por la mañana.
Al final, a primera hora de la tarde conseguimos cerrar la estrategia del caso y terminó la reunión. Volví a casa lo más rápido que pude para poder irnos a LP esa misma tarde, y al entrar en el piso oigo que Adrian estaba hablando por teléfono con alguien y que decía mi nombre. Me paré en la entrada sin hacer ruido y, conforme iba oyendo la conversación, me iba quedando helada ...
De repente todas las piezas encajaban y entendía todo lo que me había pasado durante el último mes.
Resulta que había sido Adrian el que obligó al director de la cadena de televisión a cancelar el programa Dos en una. En primer lugar porque no le gustaba que estuviera cada semana con gente famosa ("con esos niñatos famosillos que se creen importantes porque cantan o hacen cine" según sus palabra exactas) y, en segundo lugar, porque no quería que yo saliera por la televisión y acabase siendo más conocida que él. También había movido sus hilos para que el único buffete que NO tenía oficinas en LP fuese el que me ofreciese a mí un trabajo en el máster de abogados. Y todo eso se lo estaba contando a algún amigo suyo, orgulloso de haberlo hecho, sin ningún atisbo de arrepentimiento ni de mala conciencia.
En cuanto colgó el teléfono, entré en el salón y le dije que habíamos terminado. Recogí mis cosas, tan enfadada que no podía ni llorar, y sin escuchar sus excusas y explicaciones absurdas, y me marché sola a la estación. Desde el tren llamé a Pati y a Anusky para decirles que me iba a quedar en casa de alguna de ellas hasta que pudiera recuperar mi apartamento. Llamé también al buffete para despedirme, y a mi madre y a mi hermano para explicarles lo que había pasado. Mi padre no podía creerse lo que le estaba contando cuando mi madre me lo pasó al teléfono. Siento mucho que su amistad con Adrian haya terminado por mi culpa, aunque, como bien dijo mi padre, no era por mi culpa sino por la suya. Por suerte, mi padre lo tuvo tan claro como yo.
Y aquí estoy, en casa de Anusky hasta el lunes en que pueda volver a recuperar mis cosas del guardamuebles y ponerlas en mi piso, que, por suerte, seguía vacío y lo he podido volver a alquilar. Esta mañana me he ido a la peluquería donde trabajé cuando llegué a LP, a hacerme un cambio de look y a relajarme un poco, y mañana vamos a ir todas las chicas a la gala de los premios Oscar, que este año se celebra en el teatro Dolby de LP.
Adrian, Madrid y el buffete de abogados son ya historia.

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